lunes, 29 de mayo de 2023

ALLÁ LE ESTÁN CUMPLIENDO LOS AÑOS.

 Los recuerdos bellos de los cumpleaños son como mojones en el océano que nuestra mente inventa sobre nosotros. Festejamos para mostrarle al mundo que estamos vivos y no festejamos porque no es para tanto, la estamos exagerando porque la existencia es una tragedia. Una torta no significa nada sin contexto, sin nosotros y nuestro tiempo. Hacemos lo que somos, aunque a veces no hay red y solo nos tiramos. Cumplir los años no es solo cumplir, eso me quiero hacer creer para escribir esto.

  Hay una chispita que se enciende cuando llega la fecha de cumpleaños. Están lxs que la dejan pasar y lxs que de ella hacen una fogata. Hace diez años me cambié de bando: ahora la dejo pasar. Aunque, en el fondo, quiero fuego. No me castiguen, solo soy lo que hago para tratar de ser lo que quiero.

  Hubo varios motivos para saltar de vereda. El principal es que se me fueron las ganas de festejar. Y siempre que uso la palabra "ganas" me acuerdo de alguien que me decía que "son una excusa". Puede ser, así como también siento que cuando llega el momento de ver qué hacer con la fecha no sé bien para donde salir. Me da paja.

  Por otro lado, los que están alrededor tienen que querer festejarlo. Me encontré una vez con una situación que me descolocó: había comprado cosas para un gran festejo (bebida, comida, lo dulce para el bajón, lo salado para la resaca), armé mi casa para recibir bastante gente, calculé el horario para que no sea un choclo que a la madrugada se me duerman... Y a las 12 de la noche se fueron casi todxs. El final fue discutiendo sobre cosas de las que no tenía ni ganas de poner en tela de juicio con un invitado. Mala noche.

  Otro punto a tener en cuenta es el día de la semana. Lunes imposible; martes una leve reunión; miércoles algo; jueves se puede correr a viernes; viernes, sábado y domingo pensamos con más claridad. Si me dan elegir a esta edad, mi día favorito es el domingo. Carne asada, pan, agua y vino. Toro y pampa bah.

  ¿Festejarlo en el laburo vale? Para mí recontra vale. Tengo un tío que ese día se lo tomaba para él. Cómo el dueño ya lo conocía no le decía nada. Miguelito se quedaba en su casa, para él era "su día". Se lo merecía por el simple hecho de cumplir los años. Un medio regalo. A mi dame ir al laburo y festejar un rato con lxs que paso mucho tiempo de mis días (y de paso ligo algunos saludos extra).

  Aparte, ¿es tan trascendental como para pedirse el día? Siento que hay momentos más importantes, más únicos. Ahí está el debate, creo: si darle la trascendencia o no, si tomarlo como un día más o no tanto. A la larga, cumplir tantas veces en la vida quizás le quita originalidad. No sé si es un debate que merezca el tiempo, cuando estemos a la mitad ya serán las doce y el cumple se habrá ido al tacho.

  Otra de las aristas que me hicieron cambiar de vereda fue el hecho de que al otro día siento un vacío enorme. El 18 de mayo es el día más inerte y estúpido del año. No hay nada. O sí: una larga espera hasta que sea otra vez mi cumpleaños, dentro de 365 días. No tiene sentido, es un sufrimiento en vano. Si dejo pasar la chispa lo esquivo, con algunos mensajes para responder y restos de algún morfi que no haya sido consumido la estiro un poco y sufro menos.

  Admiro los cumpleaños gitanos: varios días de fiesta por el simple hecho de cumplir los años. Eso es llevarlo en la sangre. Acá le pedís a un amigo que venga el día de tu cumpleaños y un día más para festejar y parece que estás pidiendo que haga un sacrificio satánico. Te tiran la responsabilidad, la edad, lo que tengan a mano por la cabeza. Vuelvo a que para festejar las dos partes tiene que querer. A veces me parece que festejar rompe las bolas a los demás.

  Es esta sociedad líquida de la que habla Baumann, que tiene que estar en mil lugares, que no pueden tomar unos mates sin estar chequeando si Pepito les mandó un mensaje, si lo necesitan en la otra parte de la ciudad, si renunció el técnico de Flandria que ese día dirigía su primera práctica. Somos parte de esa locura; ya sea directamente (nosotros en nuestra relación con los otros y el tiempo), o indirectamente (como nos afecta los movimientos de los otros en nuestro interés cotidiano).

  Es imposible festejar más de una noche algo tan intrascendente como un cumpleaños. Lo más loco es que no existen mil cosas para festejar. A medida que unx crece se da cuenta que las buenas noticias (por lo tanto buenos momentos) los debe transitar de cayetano, con una sonrisa interna, en el núcleo duro o un seleccionado equipo de personas que entiendan de lo que estamos hablando. ¿Por temor a la envidia? Hay algo de eso, pero también porque entendemos el valor y no debemos dejar que ningunx idiota lo arruine.

Hay una frase remanida y usada que dice “los amigos están en las buenas y en las malas”. Vamos a analizarla un poquito, solo un toque. ¿Qué son las buenas? Supongo que se refiere a momentos de felicidad, dignos de un festejo, de compartir la alegría. Podemos estar de acuerdo si decimos que pasan poco. Y hay tramos de la vida donde casi no pasan (ahí un cumpleaños podría ser trascendental, pienso)

¿Qué son las malas? Momentos de oscuridad, de sufrimiento, de angustia. También pasan poco, a no confundirse con días malos (ahí un cumpleaños puede ser un salvoconducto, un escape). O sea que si las buenas son pocas y las malas no son tantas, ¿qué nos queda en el medio? Una intrascendencia gigante, un desierto de emociones.

  Los días grises, que se parecen a otros, los complicados, los que estás a las corridas, el diario sprint de correr el tren o la tibia desesperación cuando el bondi no llega, es hastío de esperar en cualquier cola, los partidos de fútbol que pasan al olvido rápidamente, las tardes de lluvia o las siestas para recuperar algo del sueño perdido, pero no de todos los sueñitos no; estos son los que no están en los extremos. ¿Qué hacemos cuando no son ni las malas ni las buenas? ¿Festejamos o no?

 Los cumpleaños pueden estar en cualquiera de las tres partes. Usted elige el nombre que quiere ponerle para justificarlo. Siéntase cómodo para hacerlo, al fin y al cabo es su cumpleaños.