Me quedé sin sueños, sin lugares para escribir, sin meta
final o punto de partida. No hay motivación, un día es muy parecido a otros.
Seco. Cagado. Meadísimo. Con ganas de flipar. De mandar todo al carajo, de
agárrame a piñas con varios. Tengo 15 tipos a los que cagaría a trompadas,
otros 15 a los que mandaría a la mierda con las verdades. Fui ese que alguna vez, en algún recuerdo, en algún
momento.
Si, cobré media nota. Una vez, no vaya a creer que pasó dos
veces. No, ni cerca. Pero una vez un sobre tuvo mi nombre. Fue lindo, corto e
intenso. No le di buen uso. A los quince minutos de agarrar el sobre con la
guita me compré un libro de poesías que tardé años en terminar, para que
parezca que estiré la plata.
Esa vez caminé las calles de Capital, me subí a los bondis
con un frió atroz, tomé unos broncoespasmos zarpado. Terminé la nota por las
mañanas, muy temprano. Cuando el trabajo que me daba de comer me regalaba un
rato para escribir. Como si un amo deje a su súbdito despuntar el vicio. Y así
salió esa media nota. Porque la otra mitad la hizo un amigo.
No vaya a creer que fue un éxito. No, que va. Pasó
desapercibida en una publicación ricotera de la revista de la facultad. Gulp
cumplía 30, no era para menos. Pero ahí metimos una nota, pechemos y colamos
por la ventana. Chochos. Suficiente. Ahora si, agarrate Pagina 12, chupame un
huevo Clarín. Que el periodismo se prepare, pensé. Acá vamos. O, en realidad,
acabamos.
Esa fue nuestra primera y última aparición rutilante. Mi
amigo se fue para un lado y yo para otro. Al tiempo laburaba en un quiosco, vino
un tipo, me contó zarpada anécdota, con un fiscal de la Nación y todo. Pero no
tenía donde poner esa loca historia. Por eso la plasmé en un blog, en pleno
2016. ¿A quién se le va a ocurrir?
http://panzaybarba.blogspot.com.ar/2016/10/el-quiosquero-y-el-periodista.html
Y así pasamos desapercibidos un montón. Entre malas leches y
pinchxs egoístas, el periodismo nos saca del cuadrilátero. No les voy a decir
que me caí, solo me estoy bajando con dignidad.
Pero celebremos compañeros, que abajo somos un montón… y que
cuando nos subamos vamos a hacer un quilombo bárbaro.