miércoles, 11 de marzo de 2015

Acostumbrarse o no. Esa es la que es.

  El hombre es un animal de costumbre, afirman. A la larga o a la corta termina aceptando situaciones que quizás al principio no toleraba. Me pasa seguido, pero no tanto

Me puedo acostumbrar a que a la democracia más real le digan dictadura. Que las cosas salgan cada vez más caras. Que los que nos tienen que cuidar nos roben. Que las personas vivan en el individualismo más cerrado.

Me puedo acostumbrar a que no haya trabajo de lo que me dedico. Que mis compañeros también vivan en el individualismo, o cosas peores. Que los buenos sean pocos. Que al periodista se le pida mucho y no se le dé nada. Que parece un hobby en vez de una profesión.

Me puedo acostumbrar a los falsos amigos. A las noches sin preguntas, al mar invisible. Me puedo acostumbrar a acostumbrarme, a ganar, a perder y, en ocasiones, a empatar cero a cero. A los asados sin chimi ni pinta, a las horas perdidas, los gritos contenidos. Me puedo acostumbrar a solo hablar por este medio

De lo que no me puedo acostumbrar es de que los equipos de fútbol usen camiseta rosa. Nunca lo voy a entender.