La Facultad de Agrarias
de Lomas de Zamora ha sufrido en la última década una baja en el ingreso de
alumnos tan considerable como preocupante. Esto habla de la crisis sufrida por
las carreras de ingeniería en todo el mundo, aunque no escapa de las lógicas
locales. Los ejes del problema y su lucha por mantenerse.
La
Universidad de Lomas de
Zamora ha crecido en estos últimos quince años. El número de estudiantes se ha
multiplicado y se hizo conocida en el ambiente educativo. Sin embargo, a
contramano de esta tendencia, una de sus casas de estudio ha sufrido la baja de
sus alumnos y lucha contra la crisis de la falta de ingenieros: La facultad de
Ciencias Agrarias ha bajado en su cantidad de alumnos regulares, ingresantes y
aspirantes. Una meseta estudiantil que por ahora no tiene solución.
Entre mediados de la década del 80 y principios de 2002 la cantidad
de ingresantes en el primer cuatrimestre rondaba los 280 y en el segundo 80. El
55 por ciento de estos ingresantes se anotaba en la carrera de Zootecnia y el
resto en Agronomía. Hoy en día el panorama cambió mucho: En la última
década los números han bajado hasta llegar a apenas 99 alumnos en 2012.
No solo ha
bajado el número de alumnos ingresantes sino que también ha cambiado el rumbo
de la elección de los mismos. Ahora, un 60 por ciento de los alumnos
ingresantes son para la carrera de agronomía. “Zootecnia, tiene su perfil
particular ya que además de las causas generales se vio afectada por el
proceso de sojización en la Argentina”, afirmó
Eduardo Fernández, Ingeniero
Zootecnista y docente de la institución.
A las dos carreras existentes, en 2009 se
le sumó la de Técnico Universitario en Procesamiento Agroalimentario.
Esta carrera suma a la oferta que tiene la facultad. Pero también genera
un problema: le quita alumnos a las otras carreras. Un diez por ciento de
ingresantes se anotan para esta tecnicatura. Y ocurre otro fenómeno: como los
otros cursos son bastante largos, los estudiantes cambian a la mitad ya que les
reconocen el primer año.
La extensión de las carreras es un punto
de inflexión a la hora de la elección del estudiantado. Agronomía y Zootecnia
constan de 47 materias para hacer en 5 años contra 19 de la tecnicatura para
finalizar en tres años. En estos tiempos donde no se apuesta por carreras largas
y el tiempo para recibirse apura, la más corta gana terreno.
El fenómeno lomense naturalmente no se puede aislar de la tendencia
global. Es decir que la crisis en la educación de las ingenierías a nivel
internacional afectó a la Facultad de Agrarias. “El público se ha volcado en su mayor parte a las carreras de
orientación no ingenieril. En nuestra Facultad se ha sentido con fuerza la
crisis financiera y política de 2001 que se hizo sentir al menos hasta el 2006
aproximadamente”, explicó Fernández.
Un trabajo de investigación realizado por la prestadora
ManpowerGroup que encuestó a 38 mil empleadores de 41 países descubre que la
primera faltante en puestos de trabajo son técnicos e ingenieros. “La
dificultad está bastante instalada, y siempre está entre los primeros lugares,
pero no sólo en la Argentina, sino en el mundo. No estudia la carrera la suficiente
cantidad de gente, las carreras de ciencias duras cuestan más, los jóvenes no
son fomentados desde el secundario y hay una inercia social a no asociar el
esfuerzo del estudio universitario con la posibilidades de estudio
posteriores”, detalló Alberto Fagalde, director general de ManpowerGroup, al
portal Apertura.com.
Volviendo al problema puntual de los alumnos de agrarias, la cuestión empieza
en los aspirantes. Se les llama así a las personas que se anotan para hacer el
curso introductorio. Una vez pasado ese curso serán alumnos regulares de la
institución. En los comienzos de la facultad, por la década del 70, se anotaban
300 aspirantes y al curso introductorio asistía en 90 por ciento. “Hoy en día
si se anotan 300 vienen 180”, lamentó Fernández. “El problema radica en
que antes de empezar el curso de ingreso ya se pierde el 30 por ciento de la
gente”, agrega. Hasta este año si los alumnos que se acercaban a la institución
y pasaban el curso conseguían ser alumnos regulares, pero los que no lo pasaban
lo hacían dentro del primer cuatrimestre sin ninguna materia de la carrera, sin
conseguir ser alumnos. Desde ahora, con la suma de unos talleres, esos alumnos
son regulares mientras hacen el ingreso. Esto le da al estudiante un
marco de legalidad, aparte de la contención de la institución, lo que
evidentemente responde a una estrategia para evitar más deserciones.
Pero
se suma a esta problemática una realidad argentina como lo es la “crisis del
campo”, según así lo advierten los propios especialistas del sector. En la
última década, los índices de producción agropecuarios y ganaderos han caído
abruptamente. O se han desbalanceado, en rigor. Esto aleja a los estudiantes.
“La
producción agropecuaria bajo la dura intemperie aunque sea en una naturaleza
algo domesticada no es común en el imaginario de las sociedades”, afirmó
Guillermo D`Angelo, exsecretario general de la facultad entre 1985 y 1995. “Los
problemas con el sector agropecuario desde 2007 (con el agregado de causas
meteorológicas, como sequías) también pudieron tener un impacto en la decisión
de acercarse a este tipo de carreras”, agregó Fernández.
Sin embargo,
y pese a esta meseta de estudiante, Agrarias de la Universidad de Lomas se posiciona comparativamente bien respecto
de otras facultades de la misma rama. “La facultad ha llevado
adelante un cambio en el plan de estudios, que a mi manera de ver constituye
una nueva visión en la formación práctica. Asociado a esto existen proyectos
aun no cristalizados como la construcción de espacios, ya diseñados, para la
práctica con animales de granja”, sostuvo Fernández. “Tal vez es
el momento de integrarnos con la UNLP y generar alguna actividad superadora”, señaló Rubén Martínez, Profesor de
la materia Mejora y conservación de los Recursos genéticos.
El
problema no es solo de Agrarias, sino de toda la comunidad universitaria.
Levará años cambiar el rumbo del estudiantado. En eso están las ingenierías.