lunes, 28 de octubre de 2024

CACHITO

 Como Bestia, aquel personaje de los X-Men, Cachito era un gran doctor y al mismo tiempo un nacido para ser salvaje. Su vida estuvo marcada por las desavenencias y su sabiduría como faro para salir jugando desde abajo. Un pequeño homenaje al mejor médico de nuestro terruño, un hombre increíble y un cabrón fantástico.  

  El auto frena desesperado frente al portón verde. Toca el timbre en la casa, no en el consultorio. Casi es medianoche. Sale La Bestia con ropa de entrecasa. Un padre con su hijo pequeño de solo días en brazos lo espera ansioso. El doctor mira y casi sin pestañear dice “subite al auto y andá para el hospital, yo te sigo con mi coche”. La bestia se cambia rápido y sale con ropa de médico.

  Sube a su auto y acompaña Ya había avisado que lo esperen con todo listo en el servicio de neonatología, su lugar de trabajo, donde ejerce y es jefe. Pero sobre todo lo respetan por sapiencia y carisma. Cuando llegan, casi juntos, alcanza al padre e interna al chico. Otra vez La Bestia se transforma en héroe y se va a dormir tranquilo, sabiendo que hizo lo que su voluntad le indicó.

De estas tenía mil Cachito.

  Cacho era neonatólogo y pediatra, estudió en Córdoba y volvió a su Longchamps natal para ejercer. Era el antiguo médico del barrio, del pueblo, de la gente. No sé si la definición es “de los de antes” pero estoy convencido que tenía una voluntad de servicio que hoy ya no se ve. El paciente era lo más importante para él. Tenía una visión social y humana que emocionaba.

  En sus ratos libres le gustaba escribir, cantar y tenía un hobbie con la fotografía muy especial. Sacaba imágenes que no eran las clásicas, las que se ven repetidas cuando  alguien se dedica un poco. Se distanciaba de las modas y por momentos ponía en dudas lo que buscamos en una imagen.

  Pero volviendo a la medicina, utilizaba su cámara para sacar alguna foto a los pacientes que pasaban mucho tiempo en neonatología para dárselas a las familias y que tengan imágenes de sus bebés de pequeños. No es fácil tener una criatura internada mucho tiempo en ese servicio, la construcción del vínculo se complica. Cachito sabía y lo sufría. Y ponía todo de él para ayudar a mejorar.

  Seguramente su trabajo y vocación le quitó tiempo para otras cosas, seguramente cometió errores. Pero esto es un homenaje, no una biografía. Acá no juzgamos a nadie. 

  Un día, cuando ya su salud estaba bastante delicada, lo llevamos al laboratorio de mi trabajo para que le sacara sangre. Su fuerza  y su atención iban y venían. En su silla de ruedas, estaba hinchado los huevos de estar esperando. Cuando entró para que lo atiendan ya no tenía ni ganas de estar ahí.

  Pero el técnico del laboratorio le dijo algo que lo despabiló. “Vos no te acordás de mi, pero yo si de vos. Atendiste a mi hijo cuando era chico”. La Bestia le preguntó el apellido e intentó recordarlo, asistió con la cabeza pero nadie le creyó. Era muy probable que su memoria le fallara una vez más.

  Lo que vino después fue el plato fuerte. El compañero de laboratorio se dio vuelta sin dejar de hacer su laburo, hizo una pausa y le dijo mirándolo a los ojos “vos le salvaste la vida a mi hijo”. Fue imposible no lagrimear como ahora que lo vuelvo a repensar, lo escribo y lo repito.

  ¿Saben lo que significa salvarle la vida a alguien? ¿Salvar la vida de un niño? No tienen idea muchachxs. Yo sí, porque conocí a Julio Jorge Wolovich, Cachito, La Bestia.