lunes, 6 de mayo de 2024

TITO

 Una escalera que la lleva a otro espacio nos separa, entre alfajores y un rotundo llanto cuando abraza a la creatura. No esperaba que este final me dejara tan sensible. Como cuando aparecen esas flores con cositas naranjas, como un gol de Luguercio peleando el descenso, como una tía que supo que no es la única y decidió ser la mejor. Tito volvió a Irlanda y me la paso llorando todo el tiempo.

  Cuando la conocí era pura sonrisa, tomaba algo en un bar de Lomas y yo pasaba con la hermana a una de nuestras primeras citas. Tito todavía no era Tito, era Camila, la más chica de lxs hermanos de Martha y potencial cuñada. Cuando se hizo oficial pasó a ser Cami, después Tito y ahora gran parte le dice DJ, por una broma interna que la creatura tomó como propia.

  Yo me quedé con Tito. No estaba el día que empezó lo de DJ y me parece más original. Como al boludazo de Yacob que le decían La Flaca o a un amigo de mi primo que le decían La Negra. Ese juego de cambio de géneros en el apodo me parece enriquecedor. En general, estamos flojos de apodos, sobre todo en fútbol. Ahí es donde más se siente esta crisis de motes.

    En las primeras charlas familiares Martha le pedía con tono de jefa que module. Tito hablaba y se le amontonaban las palabras. La boca era un samba que lanzaba frases y no se le entendía mucho. Un poco era modulación y otro poco es la energía que pasa por ella todo el tiempo, tiene la chispa encendida 24/7.

  Cuando nació la creatura se sacó el cartel de cuñada para ser tía, para ser la puta ama. Creció junto al pibe y lo llenó de amor de tía. El primer año habíamos puesto un local de plantas y nuestra vida era un caos. Tito venía los findes a dormir la siesta con el gurrumín para que yo me pueda ir a laburar. Traía paz, incluso el día que se le escapó la gata que estaba en celo y se la re garcharon hasta llenarle la panza. La iba a mandar al carajo y recordé que era ella. 

  Un día vino con su tristeza a cuestas, pidió que le compremos jugo (porque siempre conurbano) y se sentó a comer con el niño y conmigo. Para romper el hielo le pregunté cómo estaba. Se largó a llorar inmediatamente. Trató de disimularlo y no pudo. Siempre voy a valorar que ese día prefirió estar con el nene y no con su tristeza.

  Hace dos años se fue a vivir a Irlanda, un lugar frío y lluvioso de este hermoso planeta tierra. No hubo ninguno de esos argumentos cipayos de que en este país no se puede vivir y esas cosas. No. Solo fue a continuar su vida con el Hombre de la Rosa a su lado.

 Seguimos conectados por videollamadas, la creatura le manda mensajes y tiene actividad en el grupo familiar. Recordaré la despedida sorpresa que no fue tan sorpresa y que no me quiso dejar su equipo de música por un prejuicio. No pasa nada, todo sigue.

  ¿Cuánto cuesta dejar ir a un familiar a vivir su sueño? ¿Cómo rompemos la virtualidad? ¿Qué podemos hacer por nosotros mismos ante este embrollo? Lo único que puedo recomendar es que cuando los ojos se llenan de lágrimas las dejes salir, solo ama lo que la bestia que llevas dentro ama, diría Mary Oliver.

    Solo se que extrañar no está mal y que todo queda intacto para cuando nos vuelva a visitar. Hasta el final del final.