viernes, 5 de enero de 2024

NI EL PERIODISMO NI LA POLICIA.

 ¿Cuál será mi lugar en el periodismo? Una pregunta sin respuesta, en constante cambio, sin luz al final del túnel. ¿Y si el periodismo soy yo? Las ganas de sobrepasar este quilombo que mezcla profesión, estudios y todo lo que te hace ser un hombre del futuro. Pequeños pensamientos de un boludito de la luna, porque mi vieja crió un idiota de corazón lunático y mi viejo me dijo que por Racing de la vida, que lo siga, que lo siga.

  Un día me anoté en medicina. Bah, en ese picadero que es el cbc de la UBA. Stop. Una aclaración: amo la universidad pública, pero detesto la élite estúpida que cree que puede machacar a los y las alumnxs en base de ser mejores todos los días. D’Angelo debe estar leyendo esto con cara de culo. Perdón ingeniero, pasan los años y sigo pensando que no fue necesario.

  Sigo. Me anoté esperanzado. El Doctor Cavalli, o algo así. Mi abuela me quería coser la chaqueta cuando me recibiera, cosita… lo pienso y me da gracia con finas notas de vergüenza. Dicho de frente manteca, en el cbc me enseñaron hasta donde te podés sentir un boludo y me dejaron desnudo para siempre. Ojo, puse lo mejor de mi para que eso sea así. Nunca me ubiqué en la cancha y en mi mejor momento me fui atrás de una piba. O esa fue la excusa para escapar del choque final.

  Cuando ya estaba en el tercer año, un desastre estrepitoso, se murió mi viejo. Ahí decidí empezar a decidir por mi mismo. Me entregué a Racing, a los amigos y amigas, algún romance de invierno y a trabajar. El cbc quedó atrás, previo haber gastado algunas balas de salva cuando debería haber tirado con plomo. Atrás dejé malos tratos de los profesores, excesos de contenido solo para que la choques y cuestiones administrativas que eran un laberinto. Salí por arriba.

  Con la insistencia directa de mi tía Liliana y la insistencia tacita de mi abuela, me anoté para periodismo en Sociales de Lomas. Lili me averiguó fechas, me consiguió el material y hasta me acompañó a anotarme. Un poco por copada y otro poco porque no quería que me escapara de la situación. Di el examen de ingreso y cuando me mandaron la carta avisando que había ingresado se la regalé a mi abuela. Para mi la historia terminaba ahí.

  La vieja se ilusionaba conmigo. Que se yo, mambos de abuela. No la veía, como dicen ahora los boludos. Y yo no quería que pensara que iba a hacer algo con mi vida. Si pasaba pasaba, pero no quería que espere al pedo. Por eso creo que tantas veces traté de que entienda que era el nieto díscolo, aunque tenga competencia. Igual le mandaba. Andá a saber que mundos dentro del periodismo imaginó que iba a caminar este hincha de Racing.

  Tardé bastante en arrancar pero después de un par de tropezones, algunas locuras y una buena piña, la máquina comenzó a andar. Mi mejor momento de la facultad, la cabeza abierta, todo puesto en pos del crecimiento académico y con muchas ganas. Las notas acompañaban y me puse algunas reglas que tenían un mandamiento único sobresaliente: no recursarás. Obvio que no lo cumplí, pero era la idea que perseguía.

  Una pequeña anécdota y cierro el envío. Después de la piña, en el siguiente cuatrimestre, cursé solamente historia II. Linda materia, mucho para leer, buenos profesores, temas copados. Pero llegaba a casa y me pinchaba. Como vivía solo o me dormía o agarraba para hacer cualquier cosa, desde perder el tiempo o entretenerme con cosas sin solución. Volver del  laburo era un problema. No me funcionaba estudiar a full una semana antes.

  Reconocí el error y actué. Salía de trabajar en el buffet de Agrarias y me iba al de Sociales. Pedía un café con leche y me sentaba a leer (solo le hago algunas marcas al texto). Le metía un poco más de dos horas, cerraba todo y me volvía a casa. Al llegar, me bañaba, calentaba algo para comer y me iba al sobre. Al otro día repetía la función. Así me recuperé y conseguí el hábito.

  Retomo. El envión duró unos años y ese momento me hizo pensar en el periodismo como una cosa seria. Escribí bastante, trabajaba de forma pedagógica en la agencia de la facultad y me quise meter por todos los agujeros posibles. Hasta que una combinación de malas decisiones, señales que no agarré, desencuentros laborales y el puntazo final hicieron que se me baje la libido periodística.

  Los forros ganaron lugar y hoy te la venden como aggiornarse o como lo que hay que hacer para sobrevivir. Para mi son unxs egoístas que lamentablemente buscaron siempre su propósito y nunca quisieron hacer algo colectivo. Lamento profundamente que mi camada en la agencia haya sido tan ombliguista. A una parte la quiero lejos, a otra le deseo lo mejor y a unxs pocos los valoro a pesar de que todo sea igual en el tramo final. ¿Lastima? A Nadie, Maestro

  El periodismo que yo quería hacer no existe más, el nuevo está lleno de forrxs que buscan clicks y el que viene no me tiene en cuenta desde el vamos. Así como nunca quise ser policía, ahora no quiero ser esto que llaman periodista. Los extremos se tocan. En el fondo lo único que quiero es ver a Racing campeón, la vuelta en Avellaneda.

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