jueves, 17 de agosto de 2023

COMPLETAMENTE EN PELOTAS

   Es menester que salga un buen texto, uno con fuerza, que tenga un sentido y un mensaje. Pero  también es necesario descansar, tomar fuerzas, encontrar un lugar donde el corazón esté tranquilo y ver las cosas de distintos puntos. O podemos llamar a todo eso “tener la mente en blanco”. Producir es difícil, pero con la cabeza baleada se hace imposible. Lo que viene es como un descanso en una escalera. Aprovéchenlo.

  Después de sacarme la muela de juicio no hice otra cosa que descansar. Disfrutar de apoyar la cabeza en la almohada y dejarme llevar por el ritmo del sueño sin pensar que me va a despertar un dolor horrible, como si un obrero de la construcción estuviera dándole con el pico justo en la última muela. El placer de tirarse en una cama y disfrutar, sin nada que hacer más que hacer, abrazar las sabanas, acomodar el acolchado y dale que va.

  Y la cama tiene ese no se qué. Te llama, te atrapa. De pibe me pasaba horas y hacía muchas cosas. Comer, estudiar, ver la tele, leer por placer doblar la ropa, acomodar cosas y, sobretodo, pensar. Estar tirado mirando el techo y pensando era un gran momento, que obviamente se podía disparar a cualquier lado. En el presente duermo de noche y alguna siesta.

  Debo acotar que nos falta una tele en la pieza. Clave. Estoy a nada de utilizar una frase que odio: “te cambia la vida”. Pero la verdad es que cambiarían bastantes cosas y sería de practicidad para ver algo antes de dormir que en realidad no lo ves y te entregás al sueño a los dos minutos, sin ningún pudor.

  Sobre el tema de la cama estuvimos escuchando un experto: Andy Chango. Si, el de “Lucho por supuesto”, el que hizo de Charly en la serie de Fito, el que le ganó a Feimann al tenis, el politóxico y un músico de la hostia, también. Les comparto su columna sobre el tema, con una gran entrevista a Clota, obviamente desde la cama.

https://www.youtube.com/watch?v=mEqhPXRytsQ&t=1410s&ab_channel=FuturockFM

  Otra de las etiquetas de Andy es la de escritor. En realidad le pidieron desde Editorial Planeta que escriba un libro sobre un viaje que se mandó, el cual se llamó “Indianapolis”. Obviamente lo escribió desde la cama, en tres meses. Se adaptaba con la computadora en las piernas y escribía con rapidez para llegar a tiempo con la editorial. Es su forma adaptada al estilo de vida, y lo mejor es que a él le resultó. Llegó a cumplir con el compromiso y no varió su forma de vivir en la cama.

  En cambio para Leila Guerreiro, la que mejor cronica en la Argentina, la cosa es distinta. En una entrevista con Tomás Reboard dijo que necesitaba tiempo y espacio para escribir. Si tiene una reunión por la tarde y está armando algo no concurre porque no sabría cómo resolver la situación si le viene la inspiración. Seguramente serán varios los requisitos que no le pueden faltar a Leila para escribir que no contó. En fin, la número uno se puede dar esos lujos, es de entender.

Ah pero los mortales… ¿qué hacemos para escribir? ¿Cómo lo hacemos? Ni en pedo podemos frenar nuestra vida por la inspiración. Menos que menos estar en la cama tantas horas escribiendo como el puto amo de Andy Chango. Está bien que el factor guita es influyente, pero acá quiero hablar de otra cosa, del sentarse a escribir. Sin plata o con un jugoso sueldo somos personas delante de una hoja o un teclado intentando hacer lo mejor que tenemos. Este texto recibió cero pesos y sin embargo sentí la presión de escribirlo como si del otro lado estuvieran esperando una crónica de Leila.

Pero a decir verdad, hasta hace nada estaba desnudo de ideas, completamente en bolas. La cabeza estaba en blanco, no tenía un plan, una idea, un tema que quisiera desarrollar. Desde que envié el último “Las cosas que hace” que estoy pensando que mierda voy a escribir la próxima. Y no se me venía nada. De hecho, acá estamos.

  Pero no puedo darme los lujos de otros escritores, tengo que trabajar, ser padre de familia, concurrir a eventos sociales (tenga inspiración o no), buscar donde estacionar en Capital durante 40 minutos, podar el árbol, ir a la cancha a ver a Racing arrastrarse, dormir un poco, estar a la cabeza en temas familiares, boludear un poco para despejarme y algunas cositas más.

  Sentarme a escribir es un placer, aunque no tenga tema, esté cansado, mi silla sea incomoda y me atrase con las cosas que hago en la casa. Adopté un disco de Rita Lee donde le pone bossa a los Beatles para los momentos que busco inspirarme (o mejor dicho hilvanar cuatro o cinco párrafos con coherencia conceptual). Rita me ayuda hace muchos años, me da paz, me equilibra. Desde mis informes para La Zurda Mágica, un gran programa de deportes, hasta las grises notificaciones laborales de los últimos días.

https://www.youtube.com/watch?v=XEd2YPl8VFA&t=989s&ab_channel=Chesire

  Mi mejor momento para escribir es la noche. Ahí no molesta nadie, no joden los ruidos de la calle, las personas que pasan corriendo, los bocinazos, el celular sonando con boludeces y otras yerbas. Con te con miel de acompañante, que se recarga cada tanto, puedo imaginar mundos y plasmarlos, aunque internet distrae y no siempre las cosas son tan directas.

Esta semana el tema podría haber sido las candidaturas, el primer partido de mi hijo en la cancha, de algún bardo barrial o de cierto médico que atendía en patas. Pero decidí ser fiel a lo que me pasó por sobre estas cosas: que no tenía ni puta idea de que mierda escribir.

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